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Herrera y Peric: “Nos merecemos escuchar el último aplauso”
Primera A, noticias
Septiembre 15, 2021 | 12:09 pm
Por Gonzalo Escobedo F.
Fotos: Marco Muga Rivera
Se ven a lo lejos, pero basta una mirada para echar a correr la mente, recuerdos que no se borrarán fácil. Johnny Herrera y Nicolás Peric se topan a la orilla de campo, en una sesión de fotos preparada por nuestro gremio. Acceden felices, se atan los guantes y comienzan su relato. De la U, de Rangers, de la Roja, de Chile. De todo y de frente. Un homenaje a dos arqueros que decidieron retirarse y abrazar un nuevo oficio: el de las comunicaciones. “Es emocionante darse cuenta, desde esa tribuna, todo el cariño de la gente”, comienza el “Samurai Azul”.
¿Han logrado darle una vuelta al retiro, a que jamás volverán a una cancha?
NP: Sí, está asumido ya. De hecho, una de las primeras conversaciones cuando llegué al canal fue: ¿vas a seguir jugando?, ¿cómo lo piensas hacer? Y yo les dije, ya me retiré y no hay más. No tengo ganas de volver y ya me instalé acá para trabajar en esto. Pero sí fue difícil asumir todo en un principio. Primero estaba en un departamento en Las Condes y cuando jugaba la Católica por la Libertadores o Palestino en la Sudamericana, se prendían las luces del estadio y había una nostalgia de mirar y pensar “esto nunca más lo voy a vivir”.
Pero es como repasar la carrera mentalmente, ¿hay tiempo para eso?
NP: No, porque ya viví mi duelo. Lo lloré todo con mis hijos cuando anuncié que me retiraba. Basta.
JH: Lo pensé harto antes de retirarme, porque me llamaron de hartos clubes, y todos me decían “juega, que todavía te queda”. Pero ya tenía un cansancio mental, y no estaba dispuesto de seguir con lo mismo. Desde que empecé a jugar fútbol, a los 13 años, todo ha sido muy fuerte. Me vine de Angol a Santiago, me vine solo y muy chico, mi vieja se quedó en el sur, entonces es difícil de entender, y fue muy duro. Vivir un régimen de futbolista profesional, de un deportista, desde esa edad hasta casi los 40, es difícil, y ya quería parar. Después, obviamente que le doy una vuelta; estoy seguro que cuando vea los partidos los fines de semana, y ya me ha pasado, viendo a los arqueros “se me va a caer la teja” y me van a dar ganas de volver. “Por qué cresta estoy acá, y no estoy jugando fútbol”, pensaré.
Pero sinceramente ya estaba medio cansado, además en Everton “me agarré” con un par de dirigentes que no sabían para dónde “iba la micro”, entonces eso te termina desgastando, porque siempre fui al frente…
– ¿Y eso no será injusto? Aún vigentes, se terminan aburriendo y retirando en gran parte por la pelea grupal o gremial…
NP: Si es injusto o no, no tiene ninguna relevancia. No es algo que a nosotros nos haya importado, porque siempre que luchamos por algo que creímos justo para el futbolista, no pensamos si esto tenía una retribución de algún tipo, sólo hacíamos lo que era lo correcto.
Ambos tenemos ese pensamiento, que hemos luchado siempre por dignificar la profesión del futbolista y claro, en mi situación me encontré con algo que era lo mismo que ya había vivido hace ocho años atrás, o sea el club (Rangers) no había cambiado en nada y era difícil. Y después, durante el año pasado, indudablemente, que me terminó pasando la cuenta el pelear por los descuentos, a veces innecesarios. Por el hecho de estar en pandemia, se querían aprovechar de eso, entonces me tocó luchar como líder. Yo había tomado la decisión de quedarme al margen hasta que no se solucionaran las cosas, y despúes el técnico decidió sacarme por no ir a entrenar, por pelear por sus propias platas también.
Entonces como dice Johnny, es un desgaste importante el que te produce luchar por algo que tú crees, pero que a la vez, también te deja muy solo el hecho de que nadie más quiera “mojarse el potito con uno” o que nadie más quiera aparecer “tomando la bandera”. Por detrás es fácil decir, “dale nomás, tienes razón” y después quedas solo.
En el fútbol me di cuenta que hay mucha gente de esa clase, pero yo no miraba eso, sino que miraba el hecho de poder dejar algo, y al final cuando me termino retirando hay una cantidad de colegas, jugadores que me escriben, sin haber sido compañeros de ellos, y con eso basta.
JH: A mí me pasó algo parecido, peor yo creo, porque ni siquiera me encontré con un club igual que hace 12 años (Everton); en la parte más social y en la parte también profesional, estaba peor. Antes, nosotros cuando teníamos la otra administración, había mejores condiciones hasta para entrenar, nos prestaban el estadio dos o tres veces por semana, ahora necesitábamos el estadio y nosotros, que representábamos a la cuidad, éramos los últimos en la cola. Eso era muy extraño de entender.
Ni hablar de las condiciones con las que entrenábamos, porque no teníamos ni peso para hacer “fierros”, entonces no era un gimnasio, era un galpón lleno de tierra y tenías muchas deficiencias, que no estabas a la altura ni siquiera para competir de igual a igual con equipos de Primera.
Muchas veces en Everton se excusaban en la “chapa” mexicana del grupo Pachuca, y te juro por mi vida que cuando yo llegué me decían muchos compañeros: “Johnny, no creas que esto es como lo hacen ver para afuera, esto es todo lo contrario”. Y les dije: “está bien, no vengo a pelear, quiero estar tranquilo en mi último año de fútbol”, porque ya había salido peleando de la U con mucha gente, peleando por injusticias también del fútbol, como por ejemplo que ni siquiera le querían pagar la operación a Jimmy Martínez que tenía un tumor en el ojo, y eso lo sabe todo el mundo.
Para el sindicato tenerlos siempre fue un orgullo, pero termina pasando la cuenta un poco ser tan peleador…
JH: Sí, pero uno sabe. Por eso, como decía el loco Bielsa: “acepten la injusticia, traguen veneno, que al final todo se equilibra”. Y le encuentro más razón que nunca.
Pero quizás hay algo lindo, después de todo lo feo… A ti Johnny, pese a todo, el colocolino al final no te “odia” tanto…
JH: Ahora que trabajo en la tele me encuentran hasta más simpático (risas).
Por eso, la transversalidad de sus carrera supera todo. Dos arqueros, dos experiencias, dos luchadores, dos gremialistas. No se van por la puerta trasera…
NP: La transversalidad del hincha, en el caso de Johnny es mucho más notoria, porque yo nunca jugué en un equipo grande. Entonces lo mío, ya era ser reconocido por el hincha del fútbol sin importar color, y lo que dices de Herrera es súper palpable, ahora el hincha de Colo Colo lo extraña, porque no hay condimento, porque no hay emoción, porque no está la disputa con Esteban Paredes.
El romanticismo del fútbol hoy se ha ido perdiendo con el pasar del tiempo, de una u otra forma, el que nosotros dos hoy estemos en los medios, indica que se requiere el romanticismo, que se extraña el romanticismo, que la gente nos escuche, que nos vea, que nos quiera entender. Siento que en el fútbol hace falta gente como nosotros, y más adelante también va a faltar Esteban, va a faltar gente con esa capacidad.
JH: Ese es súper buen punto, el romanticismo y el ser apasionado por tus clubes, por defender a tu gente. Pero yo creo que más allá de los fanáticos, que te conocen dentro de una cancha de fútbol nomás, lo que a mi realmente me llega y yo le encuentro un valor demasiado importante, es el respeto de tus pares, de tus compañeros.
Por lo menos donde yo estuve, desde Audax Italiano, pasando por la U y por Everton, quizás no hice amigos, porque para mí “amigo” es una palabra muy especial, pero sí hice muy buenos compañeros en el fútbol, y me gané el respeto con todos mis compañeros. En Everton los cabros me decían, que si yo no hubiese estado, no habrían conseguido ni sauna, ni buenas concentraciones, ni buenos viajes, ni dos pesos más para el gimnasio.
¿Quedaron enemigos en el fútbol?
JH: Yo no tengo problemas con nadie, absolutamente con nadie, con ningún jugador, y con ningún entrenador tampoco, porque más allá de que nos hubiésemos peleado con alguno, siempre hice las cosas como correspondían.
NP: Yo tampoco tengo problemas con nadie, defendí a muerte hasta a los que me traicionaron.
El fútbol es más noble de lo que la gente cree…
JH: El futbolista igual.
NP: Así es. Cuando uno busca el bien, al final el reconocimiento más importante es el de tus pares.
El retiro en pandemia, con estadios vacíos, eso sí que es injusto…
NP: Eso es lo más injusto, lo tengo clarísimo. Yo incluso quería jugar seis meses más para que hubiese mil personas, para haber tenido un espacio en el estadio con mi gente, haberme acercado, haber levantado los brazos, haber escuchado un aplauso y haberme ido, pero bueno… No pude, no se dio la circunstancia, no hubo ganas de una de las partes para que fuera así, y lo asumo como lo que es. De todas formas, en algún momento, haremos un partido de despedida, para poder estar con los amigos del fútbol, estaremos los dos con Johnny y la gente que quiero.
De alguna forma, creo que lo merecemos ambos, el poder escuchar el último aplauso. Y nada más que eso, no merecemos más que eso, que después de tantos años de carrera escuchar ese último aplauso.
¿Y se va a cumplir?
NP: Espero cumplirlo, tengo muchas ganas de poder hacerlo cuando pasemos toda esta pandemia y estemos todos vacunados. A ver si en diciembre podemos darle curso a una despedida, hacer algo entretenido, entre amigos.
Al final están siendo consecuentes con los hinchas y no con los dirigentes. El hincha de la U debe estar esperando que se termine la pandemia sólo para despedir a Johnny Herrera…
JH: Es verdad.
NP: Pero lo merece, de una forma u otra la sensación del hincha es la necesidad de hacer una despedida.
Entonces, cuando nos logremos encontrar esa última vez, tanto Johnny y yo en un estadio, va a ser emocionante y difícil de asimilar. Falta un tiempo para eso, pero va a ser difícil para los dos.
JH: Yo me retiré sin esperar mucho de parte de los clubes o de la gestión de un posible retiro, porque me fui peleado de la U, y de Everton no salí muy bien tampoco; y a pesar que el presidente me envió un mensaje al final, yo no lo culpo tanto a él, sino que a quienes lo aconsejan, que no saben lo que es el fútbol. Entonces privilegian mucho más los intereses propios de tener un trabajo estable, que el bien común de tu propia institución.
NP: Eso es, hay algunos que sencillamente por conservar su trabajo no toman partido en nada. Ven sólo por ellos, sin importar a quién le pueda hacer daño, y cuando digo a quién, digo al club, al hincha, al jugador, es decir abarca todo. Pero por conservar el trabajo y por no tomar una posición definida, le hacen daño a mucha gente.
JH: Por eso, cuando me retiro y lo anuncio, por lo menos me llamó Cristián Aubert, que es el presidente de la U. El me ofrece y me abre las puertas del club, que es lo que yo quiero. Entonces, eso sanó un poco la herida que tenía con la U, porque de alguna u otra forma yo conviví más con la U que con mi propia familia, porque llegué a los 13 años, entonces a mí me educaron, me hicieron persona y me llevaron por el buen camino, por decirlo de alguna forma. Entonces todas esas cosas, yo también las valoro.
Está claro entonces que mereces el último aplauso también de tu gente…
JH: Es que me van a hacer llorar, casi a los 40 años…
Pero eso los alimenta…
NP: Yo ‘me la lloré toda’ con mi hijo, que tiene 15 años y que lo único que quería era que no me retirara, porque quería verme en el Estadio. Ese mensaje es muy fuerte.
JH: Mi hijo no cacha bien todavía, porque fue muy chiquitito al estadio, y cuando le muestre fotos de cuando salgo rezando para que la U no bajara o las fotos de cuando yo doy la vuelta olímpica con él… va a quedar “vuelto loco”.
Cambia la vida…
JH: Mi hijo también me ha preguntado, “¿papá, cuándo vamos a ir a jugar fútbol? ¿cuándo vamos a ir al estadio?”. Y quizás por él y cuando esté un poquito más grande y entienda lo que fue su papá, me gustaría quizás hacer una despedida…
Para mí las despedidas, no sé…. Lo que a mí me dejó mucho fue la frase que dije después del último partido que jugamos pre-estallido social, cuando le ganamos a Iquique y estábamos peleando el descenso, entramos últimos a la cancha. Entonces, esas cosas son de adentro, de corazón y no son pauteadas.
Quizás esa fue tu despedida o cuando volviste al Estadio Nacional con Everton…
JH: Ese día el estadio estuvo lleno también, o el 2011 cuando le ganamos la final a la Católica y también hablé después de ser campeón. Y son cosas que no son pauteadas y te nacen del corazón, es lo que tú sientes realmente. Nadie como nosotros, que hemos vivido tantas cosas en el futbol, sabría la pasión con la que uno enfrentaba cada partido cuando entras a la cancha, entonces esas cosas son difíciles de explicar a la gente.
Ustedes ni se imaginan lo que son y significan para algunas personas. Al leer las redes sociales, cuando anunciaron su retiro, hubo muchos comentarios que quizás no leyeron, de que le habían cambiado la vida a mucha gente…
NP: Uno a ratos no toma conciencia, porque tampoco quieres inmiscuirte más allá, y por la personalidad que tenemos los dos, el pertenecer a algo nos hace formar parte de eso. Y lo que pase o les afecte a esas personas, nos termina afectando a ambos, los dos tenemos esa forma de ver la vida, por algo hemos estado siempre al lado del sindicato y acompañando y luchando por cosas que creemos que son injustas.
Entonces, es muy factible y muy posible que mucha gente haya sentido vínculos con nosotros, sin siquiera conocernos. Yo por eso digo, que es importante el poder despedirse, poder cerrar el ciclo como corresponde.
JH: Yo lloré con un par de hinchas la verdad, no se trata de andar llorando a cada rato, pero hay cosas que me partieron el alma. No salieron en ningún lado, porque yo le pedía a la gente que no mostraran esas cosas, pero viví cosas fuertes, gente accidentada, gente con cáncer, gente más mayor antes de fallecer. Entonces todas esas cosas realmente te marcan de por vida, son situaciones límites que a uno le toca vivir y son las que guardas en tu corazón por toda tu vida.
De la última generación de futbolistas ustedes demostraron tener bastante conciencia social, más que cualquiera… El año 2019 tuvimos el estallido social y el 2020 y 2021 llegó la pandemia, ¿cuál es el análisis que hacen de este Chile, del rol del Gobierno, de la riqueza, de las desigualdades?…
NP: La desigualdad es lo que nos llevó al estallido social. La desigualdad es la que nos mantuvo en un país con bandera de guerra. Mientras algunos se enriquecían, otros se empobrecían.
Hace poquito atrás vimos una mujer que le saca la patente a su auto para que no le cobraran el tag, porque siente que es un abuso y no le alcanza para pagarlo. Ella era una funcionaria de salud, entonces hacía un trayecto todos los días para salvar vidas, pero sin embargo no podía pagar el tag, no podía llegar al trabajo a salvar vidas, porque el cobro es desmedido… En pandemia, el que era rico, se hizo más rico… y el que era pobre, ahora ya no tiene ni para comer.
El otro día leía que una mamá le pedía disculpas a la profesora de su hijo, porque no lo despertaría temprano para las clases, y esto porque sólo tenía alimento para darle almuerzo, sólo tenía arroz para alimentarlo. Entonces, ¿qué “mierda” estamos viviendo?, ¿cómo no entendemos lo que sucede?
Hay una desigualdad, hay una incapacidad de entender lo que siente la gente, el que no tiene. Nuestros políticos, nuestro Gobierno no nos dan la posibilidad de crecer, de tener una facilidad para comprar comida, no es que la gente quiera el 10% para otras cosas, es para comer.
JH: Es un tema profundo. Cuando entramos a la reunión de Presidentes de la ANFP, el año 2019 en medio del estallido, me tocó hablar a mí y si uno saca extractos de lo que dije ese día, en el fondo es repartir mejor la torta, no es nada del otro mundo.
Yo tengo una empresa, un gimnasio, y si todavía no quebro, fue porque logramos convencer al dueño que no nos siguiera cobrando el arriendo del lugar. No podíamos pagar cinco millones de arriendo por tener el lugar clausurado. Entonces, pudimos llegar a un acuerdo con él, nosotros nos hicimos cargo de los gastos comunes y de los sueldos de nuestros empleados. Y fue un buen acuerdo, pero tuvimos todos que ceder algo: nosotros estamos teniendo pérdidas, el dueño está teniendo pérdidas, y el banco también está teniendo pérdidas porque no está cobrando el crédito del dueño. Pero hay un bien mayor… hicimos esfuerzos y bajamos la pérdida de un lugar, y le pudimos dar a ellos, no el sueldo completo, pero sí llevamos más de un año y medio pagándoles la mitad.
Si nosotros que somos una pyme pequeña, haciendo todo esto por nuestros trabajadores, imagínate lo que podrían hacer por su gente las grandes empresas. Y cuánta gente quedó en la calle, cuántos despidos, cuántas empresas quebraron, porque les convenía quebrar. Entonces son situaciones extremas, y que resumiendo todo: es repartir mejor la torta.
Está bien que ganen plata los que gastan más, los que hacen inversiones más grandes, pero que no se olviden del último que está en la lista, que es la señora que barre, que los tienen trabajando por el mínimo y que ahora en pandemia los hicieron ir a trabajar igual. Y la gente va a trabajar arriesgando su vida, subiéndose al transporte público. Son cosas que muchas veces están tan desbalanceadas en la vida, que más que rabia, llega a dar pena. Y ahora cuando uno ve de estos ejemplos en la tele, prefiero cambiar el canal porque te cala el alma.
Para mí el mejor ejemplo de todo lo que está pasando, es repartir mejor la torta. En el fútbol es lo mismo, a los clubes de Primera con todo lo que cobran, qué les cuesta sacar el 1% y darlo a la Segunda Profesional.
NP: O donarles el mes 13. Los clubes de Primera cobran 13 cuotas al año, y eso se podría entregar a la Segunda.
JH: Lo mismo pasa con el fútbol femenino. A las chicas recién ahora las están tomando en cuenta, ahora porque van a unas Olimpiadas…
A las jugadoras de Everton me tocó verlas, sólo por amor a la camiseta, ni siquiera les daban plata para la micro y eran niñas que llegaban desde los cerros para entrenar.
NP: A las de Audax no les pasaban ni la cancha, en ese tiempo tenían que arrendarla para entrenar. Una vergüenza.
Y en pandemia el Canal del fútbol pagaba todos los meses, a todos los clubes, y aún así algunos se acogieron a ley de Protección al Empleo.
NP: Por eso yo también terminé luchando. A mí en cuatro meses me descontaron un mes y medio, más las vacaciones. Así de sencillo.
JH: Nosotros llegamos a un acuerdo que nos descontaban un 30%, y hablando con los cabros entendimos también la situación real del club.
NP: Todos lo entendimos, pero el tema era que no se pasaran de listos.
JH: O sea, en Everton olvídate lo que fue conseguir el sauna, la crioterapia, olvídate las luchas, y lo conseguimos por fuera. Incluso yo les dije, yo les pago el sauna y me los descuentan en los 12 meses que tengo contrato.
Para finalizar, ¿cómo es la nueva vida en las comunicaciones?
NP: Es entretenido. Me ha parecido un mundo muy diferente al que veníamos nosotros. Y es difícil. Pero todavía siento el cariño, cuando les pido a los jugadores que hablen con nosotros, ellos saben que el nivel de la conversación tiene un tono más ameno que periodístico, y eso no sólo lo agradece el futbolista que estás entrevistando, sino que la gente que lo ve.
Por ejemplo, el otro día conversábamos con Iván Morales, a él no le gusta dar entrevistas, pero como iba a estar yo, aceptó darla. Entonces repasamos la primera jugada del partido frente a la U, que casi fue gol, y él dice “si estaba el Nico, era gol”. Todos se “cagaron” de la risa… y eso quiere la gente, conocer la otra parte también.
Ha sido muy entretenido, y sí que he tenido que aprender algunas cosas de manejo, y de no “cagarla” tanto (risas).
JH: Para mí ha sido una experiencia súper, súper grata, porque muchas veces miras de afuera y era todo súper estructurado. Y una vez que llegué allí, sólo puse dos condiciones: que no me pidieran sacarme el hincha, porque era pedirle “peras al olmo”, y para mí eso era imposible, la única forma en que perdí la objetividad en mi vida fue con mi equipo.
Y segundo, que me dieran días libres para estar con mi familia, que me dieran cuatro días libres a la semana para estar con ellos, y que sólo trabajara tres. Y me dieron eso, entonces llegué al canal y fue una recepción increíble, pareciera que hubiese trabajado toda una vida allí, me río con el Gordo (Marcelo Vega) que fuimos compañeros hace 20 años en la U, al Bichi Borghi lo aprendí a conocer, a Don Aldo Schiappacasse también.
NP: Como nosotros siempre fuimos frontales, entonces es difícil que alguien nos enjuicie ahora.
JH: De verdad, soy un agradecido del medio en el que me toca trabajar, y lo estoy pasando bien, y espero que esto sólo sea un período de transición, porque en teoría mi proyecto de vida es ser técnico. Y estos dos o tres años que pueda estar ahí, que me sirvan también para darle un enfoque distinto al fútbol y también aprender del Bichi y de Juvenal que fueron técnicos, y algo ganaron. Así que feliz en esta nueva etapa de mi vida.